La obra se centra en encontrar posibles diálogos entre el paisaje como constructo y la memoria del individuo. La relación entre el sujeto y el paisaje dónde habita, la construcción de la memoria y el papel de la misma en la apreciación del entorno. A partir de estas observaciones, surgen obras que hablan acerca de nuestra relación con el entorno, con el objeto flor y con el sentimiento de nostalgia.
No se trata de una representación realista ni científica o botánica de la flor, es más bien, un ejercicio de reflexión acerca del presente y los recuerdos, utilizando a la flor como signo de esta representación.
Actualmente, la producción de Raffaella Descalzi se centra en descubrir las formas y discursos que surgen desde una mirada nostálgica del pasado en lugares que se muestran en estado decadente.